En segunda persona: Encefalograma

Dejé de escribir por placer hace alrededor de 10 años. Laboralmente sigo haciéndolo, pero lo que uno siente es distinto. Me arrepiento de aquel entonces. De haber soltado el bolígrafo, ya que es uno de los campos de mi profesión que más me ha encandilado. Aprender de las referencias culturales en previas o crónicas deportivas o apreciar el nivel de redacción de muchas plumas del país me reafirma en la necesidad de, a nivel educativo, darle una vuelta a cómo estamos enseñando a leer a nuestros infantes desde una temprana edad. Deberán hacerlo en su futuro laboral, por supuesto, pero sigue habiendo algo mágico y didáctico en el leer y escribir por puro y simple placer. Siendo profesionales, intuyo su gusto por la escritura: pocos analizan el fútbol como Dani Souto. Esta temporada echaré de menos a Dani Baniela.
Escribir, en mi caso, fue una cuestión terapéutica. En su día, uno nublado, fue un consejo al que obedecí para tratar de menguar las revoluciones a las que siempre ha funcionado mi cabeza, mucho más veloz que mis piernas. En cierto modo sigo buscando una forma de frenarla, para ser sincero. Una década atrás acabé encontrando esa medicina natural en la redacción y siento que el momento es perfecto para retomarla.
Sigue habiendo algo mágico y didáctico en el leer y escribir por puro y simple placer”
Alguien con medio siglo de vida puede reírse al leerlo, pero siendo el próximo octubre mi 30 cumpleaños creo que la famosa crisis que, según dicen, conlleva, la he adelantado y llevo arrastrándola tiempo. Ya sabéis, las cosas de la vida: “qué tal lo estoy haciendo, le estoy sacando todo el jugo posible, es la quiero tener…” Qué os voy a contar. Sergi Darder también hará 30 antes de que acabe este año. Me gustaría preguntarle cómo lo lleva él.
Darder es alguien que me despierta interés. Tiene las cualidades futbolísticas que siempre quise atesorar (y no los dotes de tuercebotas que arrastré en su momento) y tengo la sensación de que este verano su mente ha quemado más calorías que en un derbi vital contra el Barça. Sergi es uno de estos curiosos casos de jugadores “que yo no tendría que estar narrando siendo yo narrador de la Segunda División”. Se llama, desde este año, LALIGA Hypermotion. De Segunda tiene lo que yo de melenudo. No es el primero, el asunto de Darder; ya me ha pasado con los Jonathan Viera, Cristhian Stuani, Mario Suárez, Fernando Llorente, Salva Sevilla o Pablo de Blasis. Con el propio Espanyol hace 3 años. Pero veréis la diferencia cuando os diga que me ocurrió lo mismo en su momento con los Fran García, Pedri, Borja Iglesias o Moi Gómez. Y próximamente me pasará con Raúl García de Haro, Mika Mármol o Bryan Zaragoza. Y con Alberto Moleiro, claro. Qué diferentes son los motivos y los caminos en el fútbol. Qué diferentes son los motivos y los caminos en la vida.
El fútbol es un motor infinito. Ahora ya nunca se detiene. Más o menos como mi cabeza. Y su magia, lo didáctico más allá del balón, es lo mucho que nos ayuda a explicar cada aspecto de la vida, esa que en ocasiones también nos atropella por no parar nunca. Amor, odio, dinero, política, bondad, incerteza, hambre, historia, amistad, salud, guerra, corrupción, soledad, familia, trabajo… sigo tan convencido y enamorado de él como el primer día. Sigo en pie de guerra con el “sólo son 22 tíos corriendo a por una pelota” y con aquellos docentes que enseñando periodismo en su día me decían que el deporte no era información. Ignorancia y osadía. Supongo que van de la mano. Visitad Nápoles. Escuchad cinco minutos a Kirian Rodríguez.
El fútbol es un motor infinito. Y su magia, lo didáctico más allá del balón, es lo mucho que nos ayuda a explicar cada aspecto de la vida”
Y esto es por lo que estoy aquí. Profesional, vital y mentalmente. Si has llegado a este punto de lectura, sólo quiero pedirte un pequeño favor: olvida que cuento partidos. Es la pura verdad. Soy un simple aficionado más al deporte. Al rey de los deportes. Alguien que simplemente, de vez en cuando, vendrá por aquí a charlar de fútbol y de la vida. A asegurarse que su mente, esperemos que despacito y con buena letra, vibra.
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