Un joven Mirandés que se aferraba al bronce

20 de abril del 90… Hola, Mirandés, ¿Cómo estás? El club de Miranda de Ebro se encontraba compitiendo en 2ª División B. De hecho, luchaba por la permanencia en la categoría. Hay algo que llama la atención de aquella plantilla jabata: la edad de sus componentes. Ninguno de ellos superaba los 27 años y una amplia mayoría se encontraba por debajo de los 25 años de edad. ¿Les suena, verdad?
Con Tomás Balbás Martínez de Arrieta, ‘Balbás’, dirigiendo las operaciones desde el banquillo, aquel Mirandés era tan humilde como lo es el actual. No hablamos, evidentemente, de la ambición de aquel club que, como el de ahora, trataba de desafiar a la lógica de un presupuesto ajustado y unas posibilidades en cuanto a confección de plantilla ciertamente limitadas. Eso sí, como en la actualidad, se sabían reinventar para competir y alcanzar objetivos.
A Segunda B con Juanma Lillo como guía
Sin embargo, el Mirandés venía de haber sido campeón dos temporadas antes en Tercera, con Juanma Lillo haciendo sus primeros pinitos en los banquillos. Tras esa 1989-1990, en la que se consiguió la permanencia con apuros, el Mirandés descendería y los años posteriores supondrían una de las mayores crisis institucionales del club, que incluso temió por la desaparición. Pese a ello, terminó resistiendo, con la inauguración de la iluminación artificial de Anduva ante el Dukla Praga como uno de los acontecimientos históricos de la época.
Esa temporada, llegaría a la portería jabata un tal Roberto Olabe Aranzábal, con tan sólo 22 años, procedente de la SD Ibiza. El guardameta tuvo una trayectoria ascendente en su carrera, con el ascenso a Segunda con el Salamanca como punto álgido hasta terminar su carrera en la Real Sociedad, en Primera División, aunque sin apenas protagonismo. Eso sí, perteneciendo a ese plantel txuri-urdin que en la 98-99 jugó la Copa de la UEFA.
Un Mirandés de rock & roll envidia de los modestos
Aquel conjunto rojillo empató el 21 de abril a domicilio ante el Basconia. Un empate sin goles que le permitía alcanzar los 30 puntos tras 33 jornadas disputadas y mantener precisamente al Basconia, que marcaba el descenso, a dos puntos. Hasta final de temporada, el equipo tan sólo cayó derrotado -eso sí, goleado por 6 a 1- ante el que sería campeón, el Lleida. Llegó a la última jornada con un punto de margen sobre el descenso y se salvó venciendo a Osasuna Promesas.
Hoy por hoy, el Mirandés sigue siendo joven. En realidad, debería serlo para la eternidad. Esta fórmula empleada por si director deportivo, Chema Aragón, ha permitido que el aficionado al fútbol pueda disfrutar viendo jugar al fútbol cada temporada a una hornada nueva de futbolistas en los preámbulos de su despegue definitivo. Y eso, sin duda, es un lujo que se viene disfrutando en Anduva y también lejos de ese acogedor teatro que, en la última década, lo ha sido de los sueños rojillos.
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