Entre pitos y gaitas

Héroes y villanos. Batman y el Joker. Tom y Jerry. Caperucita y el lobo feroz. ¿Oviedo y Sporting? No sé quién será héroe y quién villano, me da igual. Lo único que sé es que nosotros, como Segunda División, tenemos en nuestras manos una de las mejores disputas de toda España. Se me echarán al cuello los fanáticos de un ‘El Clásico’ comercial, o de un derbi de Sevilla que probablemente sea lo más parejo a la batalla de Asturias, pero es un barco del que nunca me bajaré. Y digo esto con todo el dolor y rabia de no haber vivido nunca un Real Oviedo-Real Sporting de Gijón en directo. Tan solo a través de una pantalla, los pitos de unos, los aplausos de otros y las gaitas de todos traspasan lo audiovisual para atrincherarse hasta en el corazón de la persona menos emocional posible. Si lo hace con ese, imagínate lo que hace con los que laten al ritmo de la emoción de esta competición.
Como asturiano que soy, tiene su punto ver el derbi de la ‘tierrina‘ con unos ojos neutrales. El derbi se entiende en su totalidad cuando se comprende el conflicto propio de un choque entre Oviedo y Gijón, entre capital y ciudad icónica, desde la tensión inicial a la comunión del ‘Asturias, Patria Querida’. Acordes entonados al unísono en el Tartiere y El Molinón para dar paso a toda una guerra regional, una guerra cultural que representa la importancia del folklore en este deporte. De la fraternidad a la beligerancia en cuestión de un pitido inicial.
Asturias es la región idónea para perpetuar esta batalla sin iguales. Un lienzo perfecto sobre el que demostrar la belleza y la magnitud cultural del fútbol en 90 minutos. Que lo haga bajo el escenario de La Liga SmartBank es una suerte de la que, en ocasiones, no somos conscientes. Lo mencioné antes y lo repito ahora. Quizá el derbi sevillano se le quede cerca. Puede que el fantástico duelo entre las gallegas Vigo y A Coruña sea, por semejanza cultural y contextual, un espectáculo digno de observar. Vigo es a Galicia lo que Gijón es a Asturias. Lo mismo pasa con Oviedo y A Coruña. Un duelo entre capitales y las ciudades poblacionales y trabajadoras de la región. La confrontación entre dos ciudades como Oviedo y Gijón, que componen la estructura urbana de un histórico pueblo como Asturias, se hace bella por sí sola, por naturaleza propia. Que lo haga en Segunda División ensalza el potencial de que un duelo de Primera vuelva a vivirse en Primera.
Una rivalidad de Primera
Hablar de un derbi asturiano es hablar de historia. Que lo hagan los aficionados carbayones y sportinguistas hace que se trate el derbi en clave histórica. El 1-4 del filial del Sporting. Los años en el ‘barro’ del Real Oviedo. La reciente mala racha del Sporting en los derbis. Se tiende a buscar las cosquillas al rival hurgando en la herida del pasado. Pero, ni el Real Oviedo tiene que avergonzarse de haberse manchado de barro, ni el Real Sporting de Gijón hacerlo por sus últimos resultados desde 2017 en la batalla por pintar Asturias de azul o rojiblanco. La realidad es que ambos equipos hacen de la región una Asturias real (o Real, en mayúsculas). Una Asturias destinada a ser de Primera.
Con un contexto actual poco favorable para ambos en proporción a su historia, Oviedo y Sporting afrontaban el primer derbi de esta temporada con sensaciones adversas. En Gijón, se habían espantado los fantasmas del descenso que ya rondaron por El Molinón la pasada campaña, pero Abelardo todavía no da con la tecla para consolidarse con los de arriba, como sí lo hizo hace apenas dos temporadas. Por otro lado, en la capital la firmeza del ‘casi’ play-off se ha desvanecido al mismo ritmo al que Jon Pérez Polo abandonó el banquillo del Carlos Tartiere. A pesar de no lograr codearse con los más guapos del momento, Cervera y su cerverismo han traído la ilusión que Oviedo necesitaba. Un entrenador carismático y de estilo reconocible que ya ha encandilado a toda una ciudad. En su corta estancia (hasta ahora) en la ciudad de La Regenta, Cervera ha hecho de su Vetusta un fortín unocerista que gana y convence. El derbi era una prueba de fuego, un enclave de importancia para Abelardo y ‘El Gafa’ para encarrilar la temporada con mejores sensaciones a partir del año que viene. Si alguien ha salido firme del derbi, ese ha sido Cervera, y con él su Real Oviedo. Ahora quedan ambos con 27 puntos y con ganas de remontar en resultados y sensaciones, pero el derbi es un punto de inflexión.
Sin ti, pero contigo
Todo puede pasar a partir de ahora. Quedando relativamente lejos de las posiciones de ascenso, en Segunda hasta el término relativo es relativo. La realidad, sin embargo, es que el derbi asturiano no entiende de posiciones clasificatorias. El derbi asturiano son dos trofeos incluidos dentro de la competición y totalmente independientes al desempeño del Oviedo y del Sporting en la liga. Tres por uno a la hora de adquirir los derechos de La Liga SmartBank, todo un chollazo para las televisiones.
Batman no es nadie sin el Joker. Tom no es nadie sin Jerry, y lo mismo va para Caperucita y el lobo feroz. Oviedo no es nada sin Gijón. Gijón no es nada sin Oviedo. Con una historia reciente en la cual, por diferencias en las divisiones, ha habido pocos derbis asturianos, es ahora (desde 2017) cuando podemos valorar la magnitud de este encuentro. Y, por ende, la necesidad de mantenerlo. Uno más tenemos asegurado, y ese ya no se lo quita nadie a la gente de Gijón para tomarse su revancha personal en El Molinón. Será a partir de junio de 2023 cuando, si Don Pelayo quiere, podamos hablar de un equipo asturiano como un equipo de Primera División. De nuevo, yo, como asturiano, y sobre todo como aficionado del fútbol español, me agarraré a ese pequeño sueño en el que las estrellas se alinean y tanto como Oviedo y Sporting ascienden juntos a la élite, alzando juntos al viento la cruz de la victoria.
No creo que compartan mi opinión la gente de Oviedo y Gijón, que desean lo peor a su enemigo. A ellos me dirijo directamente: ojalá el derbi sea eterno. En Primera, en Segunda o en regional. Pero que sea eterno. Una rivalidad se entiende por la existencia del conflicto directo y de la continuidad de una beligerancia que mantenga viva la llama de la pasión y la ferocidad de todo un duelo en la cumbre. Por los días de fútbol y familia, de hacer sonar el himno de Asturias desde el paraíso natural hasta todas las televisiones futboleras de España. Por los días de derbi. Larga vida al derbi asturiano. Larga vida al Real Oviedo, y larga vida al Real Sporting de Gijón. Porque, entre pitos y gaitas, ya llevamos once derbis consecutivos. Y los que nos quedan. Del azul que nos vio crecer, de rancia solera, brillante historial. El derbi asturianu ye eternu.
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