Cualquier tiempo futuro será mejor

El merecimiento es relativo. El tiempo, también. De merecer a conseguir hay un trecho largo, claro está. Da igual en qué se base ese merecimiento. Algunos lo hacen en historia, apelando a un pasado el cual no es reflejo de su presente. Quizá sirva de consuelo aquello de que cualquier tiempo pasado fue mejor. El fútbol, gracias a Dios, mantiene esa llama de la nostalgia más viva que nunca en un momento en el que dicha nostalgia sirve de salvavidas a muchos equipos que viajan a la deriva por el cauce de la Segunda División. Quien les ha visto y quien les ve. De poco sirve la historia en estos momentos. Al fin y al cabo, la justicia no entiende de pasados gloriosos. El merecimiento, tampoco.
Hay veces que no somos conscientes de lo rápido que pasa el tiempo. Sin embargo, siempre es un tema presente entre los amantes del fútbol español la constante montaña rusa en la que se ven involucrados grandes equipos de la historia de nuestro balompié. El Euro Málaga de Pellegrini actualmente se encuentra en posiciones de descenso a 1ª RFEF (la 2ª B de toda la vida, hasta eso ha cambiado). El Racing, tras un paso por esa tercera división del fútbol español, ha vuelto esta temporada a Segunda. A esa lista se le suman el Zaragoza, el Oviedo o el Sporting. Y mejor no hablamos dónde quedó el Súper Dépor.
En la otra cara de la moneda está el Burgos. El ‘Burguitos’. Mejor sería no viajar en el tiempo a 1985 y decirle a un aficionado del ya extinguido Burgos Club de Fútbol lo que está siendo hoy en día del refundado Club Deportivo Burgos Club de Fútbol. De estar en la nada a estar en boca de todos. Algo que, si ya es meritorio de por sí, es una hazaña que se hace más grande aún cuando se trata de un equipo de la tan poco mediática Segunda División. Y, ahí, el Burgos de Calero ha sabido basar su merecimiento más allá de su historia (que no es poca). Lo ha hecho en un día a día estando al pie del cañón. En un partido a partido donde el ‘Burguitos’ tiene ahora más de Goliat que de David.
El ‘Burguitos’ está de moda. La fiebre con los hijos del frío empezó allá a comienzos de temporada, cuando Caro sorprendió a todo el país con su récord de imbatibilidad. Ahora, a los de Calero simplemente les vale con ser ellos mismos. Fue el propio míster quien finalizó el debate entre jugar bien y jugar bonito para trasladar un mensaje entre líneas: el ‘Burguitos’ jugará como sea, pero ahí está. Jugando a lo suyo y sin hacer ruido, pero ya empieza a acojonar, con perdón de la expresión, como el ‘Burguitos’ está haciendo de todo por colarse ahí arriba.
El problema, quizá, sea nuestro. Cuando vimos que al ‘Burguitos’ le iba bien, que rompía récords y hasta ocupaba espacio en los programas deportivos (insisto, es algo sumamente complicado en las catacumbas de Primera) ocupamos el debate en si tiene mérito jugar bien sin jugar bonito. En realidad el debate estaba en si de verdad hay que tratar de ‘Burguitos’ a todo un Burgos Club de Fútbol que lleva tiempo fraguando Julián Calero. Por favor, no le quitemos mérito a lo que realmente tiene mérito.
Hablábamos de que el merecimiento era relativo. Lo es, igual que el tiempo. En un lado teníamos al ‘Burguitos’ de Calero abriéndose hueco entre los de arriba. Ese mismo Burgos que esta misma jornada ha derrotado al anterior ‘Burguitos’ de LaLiga SmartBank. La Ponfe. A la Ponferradina le está pasando factura eso de que el tiempo sea tan relativo. Dependerá de muchas cosas, pero sobre todo de tu estado de gracia. Y de la misma forma que la pasada campaña a la famosa ‘Boloneta’ se le pasaba volando el tiempo entre jornada y jornada, este año en El Toralín los 90 minutos se hacen eternos. Todo ello mientras en El Bierzo se ve la caída de un bloque que ha pasado de pelear el ascenso a intentar no ahogarse hacia la profundidad del fútbol español. Ánimo, bercianos, cualquier tiempo futuro será mejor.
Esa apasionante ‘Boloneta’ buscó aparcamiento entre León y el Cantábrico. Jon Peréz Bolo aterrizaba en Oviedo con las esperanzas de continuar el sueño de oro ovetense mientras se calcaba el modelo de ruta que siguió en Ponferrada. La realidad fue que, tristemente, el destino de Bolo fue el mismo que el de la Ponfe: el pozo. Ni el Oviedo tuvo a Bolo (sí en cuerpo, pero dudo que en alma) ni la Ponfe supo seguir sin Bolo. He aquí la historia de tres damnificados: Ponferrada, Oviedo y el bueno de Jon. Insisto, cualquier tiempo futuro será mejor. No sé a largo plazo, pero en Oviedo parece que las cosas sí que van un poco mejor. Ha ayudado un pequeño cambio de aires llamado Cervera. Él sí que tuvo cambio de aires, vaya. De la solana gaditana al frío cantábrico. De las carismáticas gafas de Bolo a las gafas, las únicas. Las de ‘El Gafa’.
Todo va y viene y en Canarias ya lo saben de sobra. Del derbi del play-off a la situación actual de los equipos canarios hay mucho o poco tiempo, depende de quién lo mire. El resultado de aquel derbi ha sido inversamente proporcional al destino que les depararía a ambos esta temporada. En Las Palmas están de fiesta. Líderes, sí, y con una sensación de que están a nada de tocar el cielo y la gloria. De llegar a lo innombrable, y siendo uno de los equipos más regulares e imponentes de esta campaña, por no decir el que más. Tan cerca y a la vez tan lejos. En Tenerife no están de celebración, pero pueden evitar estar de luto. Decimosextos y a dos puntos del descenso. Mismo Ramis, distinto Tenerife. Lo dicho, tan cerca y a la vez tan lejos.
Todo esta metamorfosis ocurre bajo un contexto donde las nuevas incorporaciones a la Segunda División están dando que hablar, y mucho. De los cuatro recién ascendidos, ninguno se encuentra en posiciones de descenso, y tres están sobre la decimosegunda posición. Con un Andorra que sueña que hacer algo grande bajo el liderazgo de Eder Sarabia en el Principado, un Villareal B que se consolida de forma segura en la media tabla (muy distinto al último filial que pasó por Segunda, el Sanse), y un Albacete guerrero que pelea con un Rubén Albés que poco puede hacer por salvar a su Lugo esta temporada. En el lado contrario, los descendidos de la élite apelan a su pasado reciente para volver a Primera. El más estable es el Alavés de Luis García Plaza, porque, en el fondo, el Granada y el Levante, con mil encontronazos y baches desde su llegada a Segunda, han tardado en llegar. Pero ya están aquí.
Repasar la actualidad de la clasificación en Segunda División es esto. Un análisis de cómo los equipos y protagonistas han llegado a estar donde están ahora. El Burgos y Calero, a base de menosprecios y subestimaciones. Las Palmas, tras perder una semifinal de play-off contra su eterno rival. Bolo, sin equipo después de la euforia de Ponferrada a la decepción en Oviedo. Cervera, de Primera a Segunda División. Y Rubén Albés disfrutando con su Alba mientras parece que el Lugo no va a poder librarse de esta.
Todo es efímero. El pasado es nulo a la hora de reivindicarse en el ahora, y, a fin de cuentas, el futuro no es más que especulación. El problema llega cuando esa apuesta de futuro se hace en base a un pasado que en poco de corresponde con el presente. De eso saben mucho Julián Calero y su ‘Burguitos’. Carpe diem, no hay más. Disfruten de lo que queda de competición, lo mejor está por venir. Sin duda, para todo aquel protagonista de esta locura llamada Segunda División, lo único que puedo decirle es que cualquier tiempo futuro será mejor.
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