Carcedo, exigencia máxima en Zaragoza

En ocasiones, la exigencia te persigue donde quiera que vayas. Algo así parece ocurrirle a Juan Carlos Carcedo. Un técnico que ascendió a un imberbe por edad UD Ibiza y que, a la primera de cambio, con el equipo fuera de peligro, fue destituido en el cargo. Un entrenador cuyo siguiente destino ha sido Zaragoza y ahí, en una plaza como La Romareda, se somete a un examen continuo sobre sus capacidades. El riojano aceptó el reto y ahora, frente a él, se encuentra en el momento álgido del desafío.
Y es que un inicio irregular, aunque probablemente acorde a los recursos a su alcance, ha caldeado el ambiente en tierras aragonesas. Una afición que ponía su fe y esperanzas en un técnico a priori del agrado de la hinchada hace escasas semanas y que paulatinamente, semana a semana, ha ido mostrando su desencanto. Al menos así lo ha manifestado el sector crítico del estadio blanquillo.
Y si faltaba algo, Iván Azón
Para muestra, un botón. La lesión del prometedor delantero Iván Azón fue un golpe demasiado duro para un equipo que adolece de graves problemas en área rival, esto es, del bien más preciado en clave futbolística: el gol. Han sido varias semanas de ausencia y otras tantas de dosificado retorno a la competición. Ante la ausencia de olfato goleador, crecía la impaciencia y se achacaba al técnico que no aumentase la presencia del canterano sobre el césped en busca de soluciones ofensivas.
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Azón acabó lesionado | Foto: Diario As
En casa de herrero… Carcedo cedía un tanto a las presiones externas y el pasado fin de semana aumentaba el tiempo de juego del punta maño. Y, como no podía ser de otra manera, la lesión llegaba en el tramo final del encuentro. Y la crítica ofrecía un giro de 180º: ¿Por qué el entrenador, conocedor de la situación física del futbolista, había exprimido a un jugador capital para el equipo? Un riesgo innecesario, esgrimían algunos. Lo que antes era negro, ahora es blanco y viceversa. Pese a la victoria, las dudas continúan pesando sobre el banquillo maño.
¡Carcedo, vete ya! y ¡Torrecilla, dimisión!
Mucho antes de lo esperado, tras la jornada 9, llegaban los primeros gritos de «¡Carcedo, vete ya!». Se empataba en casa ante el Real Oviedo, tras un partido decente, acumulando tres encuentros sin conocer la victoria, racha que se ampliaría unos días después con la derrota en El Sardinero. Así, el equipo regresaba a casa con el ambiente enrarecido. El nivel del Zaragoza, desde el inicio, volvió a estar, como mínimo, a la altura de sus posibilidades con un fútbol competitivo que le hacía merecedor por prestaciones de una victoria en su feudo. Sin embargo, las cosas se complicaban con el gol de Tasende a la media hora de la segunda mitad y de nuevo llegaba el murmullo. La crítica. El desaliento. Al grito anterior, se sumaba el recuerdo hacia Torrecilla, director deportivo del club.

El Real Zaragoza celebra un tanto | Foto: Diario Marca
Alberto Zapater, en el descuento, hacía que los tres puntos se quedaran en casa y calmaba los ánimos de cara a una nueva y larga semana en Zaragoza. Carcedo respiraba, aunque el técnico de Logroño ya es consciente de que difícilmente respirará tranquilo en toda la temporada. La exigencia es máxima en un club histórico al que pesan demasiado los años tragando tierra en una categoría que en absoluto siente como suya. De la que huye constantemente sin encontrar una salida que, cuando aparece, se cierra de manera abrupta frente a él. El león está herido y enjaulado y su gente se rebela ante una situación que ya no soporta.
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