Burgos, récord y a seguir

Si hablamos de Burgos CF, y en concreto de este equipo de Julián Calero, existe una palabra indispensable para comprender su idiosincrasia: proyecto. El técnico madrileño ha forjado su personalidad a base de experiencias de gran calado para terminar por definir su propio estilo como técnico. Pero no sólo eso. Su capacidad camaleónica para adaptar el equipo a las necesidades y para adaptarse él mismo a las características de sus futbolistas. Así, comienza a explicarse la situación actual de un equipo de récord. Uno que ha logrado convertirse en el primero en la historia de la competición en encadenar los ocho primeros encuentros de la temporada sin encajar gol, llevando a su guardameta a establecer un nuevo récord de imbatibilidad en la categoría. El Burgos CF de Julián Calero es, a día de hoy, un equipo prácticamente inexpugnable. Y ello, en Segunda División, es una de las mejores virtudes que se puede poseer.
El éxito del conjunto burgalés se cimenta en lo colectivo. Sobre el verde, todas las piezas conocen a la perfección sus funciones, sus labores individuales y lo que deben aportar al grupo. Un bloque compacto que funciona como un acordeón, basculando sus engranajes de manera armónica de forma que se cierran prácticamente todos los caminos hacia su portería. Y, cuando no es así, aparece el cerrojo de José Antonio Caro para mantener improfanable su guarida. Todo ello, eso sí, en fase defensiva y es que en la ofensiva aún queda mucho trabajo por hacer.
La importancia de la idea por encima del sistema
Y es que Julián Calero dispone de recursos tácticos de sobra para hacer funcionar a su equipo sin necesidad de encorsetarlo. La defensa de 2 o de 3 centrales; los carrileros largos o los laterales tradicionales; pareja de delanteros, falso delantero o punta único; extremos abiertos o interiores que amenazan por dentro… El abanico de sistemas introducidos por el técnico del equipo burgalés es inmenso y, en todos ellos, la idea está perfectamente definida. El perfil de jugadores, cuidadosamente escogido junto a la dirección deportiva, le permite contar con diferentes opciones a desarrollar dentro de un mismo encuentro o de uno a otro de forma que su equipo no se vuelva excesivamente previsible.
Así que el modelo de Calero está perfectamente delimitado; la portería a cero es un claro objetivo, aunque no por ello se renuncia a tratar de dañar al rival en fase ofensiva. Sin embargo, el dominio de área propia en este inicio de temporada está inmensamente por encima de la efectividad en área contraria. El Burgos también genera, es algo evidente si se tira de números, aunque está lejos de ser contundente cuando pisa área rival. Ahí, desde luego, se encuentra actualmente el mayor margen de mejora para el conjunto blanquinegro.
La búsqueda del equilibrio perfecto
Porque, como bien define Julián Calero, la clave se encuentra en el equilibrio. Los equipos deben encontrar nivelar esa balanza en el dominio de ambas áreas y también en la elaboración del juego. Y ahí, es fundamental el comportamiento del centro del campo. La aportación de los centrocampistas al modelo del Burgos es imprescindible y, hasta la fecha, jugadores como Atienza o Elgezábal están ofreciendo ese equilibrio perfecto que permite el control de las transiciones y por ende, el dominio de los partidos, no necesariamente a través de la posesión de balón.
Defensivamente, por tanto, el Burgos se encuentra en un momento dulce, tanto de concepto como de rendimiento. Ahora, la tarea es maximizar tales aspectos en la fase ofensiva. Superada la posible presión psicológica de establecer un récord que se tocaba con la palma de la mano, alcanzado el éxito de escribir el nombre del club en la historia del fútbol español, es momento de seguir. De continuar mejorando y añadiendo virtudes y registros al juego para aspirar a soñar. Este Burgos está diseñado para poder dañar jugando a la contra, en pocos toques, y en realidad esa vía se está explotando. Ocurre que, además, cuenta con futbolistas en segunda línea de tal calidad técnica que podrían generar alternativas a dicho diseño, provocando mayor incertidumbre y dudas en las defensas rivales para poder aumentar los registros ofensivos. La base está asentada para una temporada en la que, si el equipo es capaz de evolucionar, se permitirá soñar en El Plantío.
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