Mo Dauda, fútbol irrespetuoso

Yo también caí en el estereotipo. Lo confieso. Jugador de origen africano, ubicado en posiciones ofensivas y que con 23 años encadenaba su tercera cesión en cuatro años. Mi mente dibujó un jugador de talento intermitente, anárquico e incluso apático según el momento de partido. Un extremo puro, veloz, encarador. Pues bien, me equivoqué. Puede que tal vez no. Dauda me hace dudar y eso, a mis ojos, lo hace tremendamente interesante.
Intermitente sí ha sido su entrada en los onces durante la primera vuelta, pero en las últimas fechas se ha estabilizado. Un jugador que fue presentado como delantero o mediapunta ha encontrado su espacio como extremo izquierdo, siendo él diestro. Es ahí donde Carrión ha encontrado su utilidad y Mo Dauda, a sus 23 años, se está remodelando como jugador. En este proceso de convertirse en un nuevo jugador, estamos viendo que en él van a desembocar virtudes y defectos de un mediapunta, pero también se palpan ya los de un extremo. Esta hibridación lo convierte en algo distinto al resto, seguramente en algo distinto de lo que acabará siendo, pero lo hace realmente divertido.
Mo Dauda, polivalencia inteligente
A Dauda se le pide ser ese jugador que viva abierto. Seguramente ese posicionamiento le ofrezca potenciales situaciones de uno para uno, escenario que domina mediante la finta corporal y un físico explosivo y ágil para dejar atrás a todo aquel que le quiera robar el balón. Mo cumple como un soldado y se ubica pegadito a la línea de cal, pero de vez en cuando y dependiendo del día, su naturaleza de media punta le llama. Acude al carril central para vivir entre el lateral y el central y ser un ocupante temporal del espacio del segundo punta. Ahí, como segundo punta, pasa a operar de otra manera.
Mientras que en su ‘modo extremo’ le preocupa la amplitud y solo se le concede la opción del desmarque por banda o de banda hacia dentro, en su ‘modo mediapunta’ suma dos movimientos más: fijar a lateral y central para que el lateral de su equipo disfrute de espacio. Y además, vivir por dentro abre la posibilidad de hacer el desmarque inverso al que hacía antes, ahora también puede romper de dentro hacia fuera. Desde esa ubicación, el desmarque dirección portería es más diferencial, pues ataca en un lugar más doloroso: ya no es la espalda del lateral, es la del central.
Ahora que vive en ese continuo vaivén entre sus dos “yos” ha encontrado como desatar su velocidad, su desborde y su descaro. Tiene una zona de actuación muy amplia y junta sus viejos trucos con trucos nuevos. Su impredecibilidad sigue existiendo, pero ha sido canalizada hacia lo positivo. Ha encontrado un camino donde ser útil. Todavía debe continuar construyéndose como jugador minimizando pérdidas, debe entender mejor cuando utilizar cada uno de sus dos roles y quizás así, también logre sumar regularidad en convertir en goles y asistencias todo el peligro que crea. Aunque sí es cierto que ya lleva 3 goles y 2 asistencias.
Una evolución positiva con déficits que solventar
Los cambios no siempre son cómodos y Dauda como consecuencia de su cambio de posición ha heredado más deberes defensivos. Como con su posición en banda trata de aplicarse en sus tareas, pero nuevamente a veces se olvida y es protagonista de repliegues poco intensos en los que sufre en el uno contra uno defensivo, quizás por un pequeño déficit en fundamentos y por ser liviano al choque. Dicho déficit es camuflado en ataque por velocidad y agilidad, pero en defensa no puede esconderse. Quizás se encuentra aquí una de las razones de su falta de continuidad pese a todo lo que ofrece en ataque.
Con subidas y bajadas comunes en un periodo de aprendizaje Mo Dauda protagoniza una divertida metamorfosis en la que descaro y regate han tomado el control de la situación, sin importar zonas, sin rigidez. Quizás, cómo mejorar algunos aportes de su trabajo defensivo sea el comecocos de sus futuros entrenadores pero, sin duda, mientras mantenga esta actitud casi irrespetuosa frente a sus rivales será un motivo de peso para comprar una entrada para ver fútbol.
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