Efesé, inexpugnable en Cartagonova

En tiempos de los romanos, el general cartaginés Asdrúbal el Bello fundó una ciudad a orillas del Mar Mediterráneo que brillaba por su esplendor. De nombre le puso Cartago Nova y, para protegerla de invasiones extranjeras, construyó una gran muralla a su alrededor. Aquella ciudad se convirtió en una inconquistable fortificación. Un poderoso fortín sobre el que levantaron un vasto imperio. Cartago Nova fue, por muchos años, el corazón de la civilización romana en la antigua Iberia. Ahora, siglos después, la huella de Asdrúbal y sus seguidores ha desaparecido, pero la esencia dejada en aquella época permanece imborrable. Cartagena sigue siendo tierra valerosa de guerreros y Cartagonova, el estadio de fútbol de la ciudad, una resistencia inexpugnable.
La clave para alcanzar el objetivo: Cartagonova
Conseguir una permanencia cómoda. Ese era el objetivo marcado por el Cartagena de Carrión al inicio de la presente campaña. La temporada pasada el Efesé sufrió en exceso para mantenerse en la categoría de plata. Y, desde las oficinas del Cartagonova, no querían que la historia se volviese a repetir. Por este motivo, el equipo presidido por Paco Belmonte armó un proyecto formado por futbolistas curtidos en la élite en torno a la figura de Luis Carrión. Pero el arranque de los albinegros no fue del todo prometedor. Sendas derrotas contra el todopoderoso Almería en casa, y en la visita a tierras oscenses, despertaron nuevamente los fantasmas del pasado.
Un mal comienzo lo puede tener cualquiera, o al menos eso pensarán en Cartagena. Porque cualquiera que haya visto al equipo de Carrión en lo que llevamos de temporada, será incapaz de reconocer a ese equipo dubitativo e impreciso de la pasada campaña. Y es que el Cartagena ha terminado por convertirse, a base de galones, en una de las mejores escuadras de la categoría. Ya no es un rival apetecible para nadie, y menos aún cuando el escenario elegido para acoger la contienda es el Cartagonova, pues es ahí donde el equipo de Carrión se muestra especialmente certero. Es ahí donde los alientos de cada aficionado albinegro se unen para formar un impetuoso vendaval que empuja al Efesé hacia la victoria. Porque cada partido es una fiesta, y cada gol es un motivo de felicidad.
El placer de disfrutar en casa, el sufrimiento a domicilio
No es sorpresa para nadie que el Cartagena sea, a día de hoy, el quinto mejor equipo local de la categoría. Así lo avalan las cifras. De las siete victorias conseguidas por los albinegros hasta la fecha, cinco se han producido en territorio murciano. Los otros ocho encuentros se han saldado con siete derrotas y tan solo un empate. Esto habla de la irregularidad de un equipo capaz de lo mejor y de lo peor. Capaz de ofrecer un recital con el balón a la altura de los más prodigiosos de este deporte, para después jugar un partido que merece ser olvidado cuanto antes. La buena imagen mostrada como local contrasta en exceso con las prestaciones ofrecidas en su propio estadio.
«En casa nos sentimos poderosos y fuera nos hundimos como un palo» admitía Luis Carrión en una entrevista concedida para La Verdad.
Los datos no engañan a nadie. Lejos de Cartagonova se encienden las alarmas. Cinco de las siete derrotas recibidas a lo largo de esta temporada se sellaron a muchos kilómetros de la costa mediterránea. La solidez defensiva se diluye y la resistencia inexpugnable se corrompe para dar lugar a una diana demasiado sencilla para los depredadores del área. El Efesé es, con quince tantos, el segundo equipo que más goles encaja en condición de visitante, tan solo superado por el Málaga CF. Quizás podríamos pensar que es su tendencia al juego vertical- a veces demasiado ofensivo- lo que les obliga a sufrir en defensa. Luis Carrión tiene trabajo por delante. Futbolistas de mucha calidad hay, predisposición también. Plasmar las buenas actuaciones ofrecidas como local en todos los rincones del territorio nacional. Esa es la ardua misión que se le presenta al técnico barcelonés para afianzar al Cartagena en la zona alta de la tabla y convertirlo, así, en un equipo aspirante a todo.
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