Gaspar Campos y el extremo moderno

Es el tapado del once de Gallego y se ha convertido en uno de los favoritos de El Molinón. Porque, aunque las diabluras vayan a cargo de Fran Villalba, el tempo lo maneje Pedro Díaz y Djuka sea una amenaza constante, el buen hacer del canterano es digno de ensalzar su figura. «Gaspi» ya es un alumno de matrícula. En este Sporting de memoria, Gaspar Campos es ese chasquido de dedos impredecible que cambia radical e incluso irracionalmente la jugada.
Un extremo moderno de multitud de registros
Gaspi es el verso libre que se sale del esquema, flota entre las líneas rivales y aparece siempre para mejorar cada jugada. Pero cuando encara es doblemente peligroso. Es eso a lo que llaman el “extremo moderno”, un futbolista que maneja muchos registros y es más completo que el jugador de banda clásico. Gaspar es ese perfil cuya zona de influencia se aleja de la banda, a pesar de partir de ella. Aparece por delante de Villalba en salida de balón, a espalda de los mediocentros rivales, y cae a su carril de origen para combinar con el lateral. El gijonés es capaz de girar con demasiada facilidad aún estando rodeado de mil piernas. Y, cuando lo hace, ahí destapa el tarro de las esencias. Su visión de juego y clarividencia cerca del área le convierten en una amenaza total. Es hiperasociativo y parece que jamás se le acaban los recursos. Además, en zonas comprometidas demuestra desparpajo, descaro y fiabilidad. Con una temporada completa a sus espaldas, el nieto del senador Campos-Ansó ha alcanzado su madurez en la categoría. Combina, corre y traza desmarques de ruptura arrastrando a su par para generar espacios. Se ha convertido en imprescindible en el plan del líder. No es un regateador puro, pero Gaspi es desequilibrante como el que más y tiene una sutileza precoz. Un talento natural. A campo abierto, una de sus virtudes que más daño hacen es la conducción. Lleva la pelota pegada el pie, la muestra como un mago te pide que cojas una carta y el rival pica. Cae en el cebo aun sabiendo que el ilusionista se va a salir con la suya. Y con un cambio de ritmo hacia dentro o hacia fuera saca la ventaja suficiente.
Problemas para el Puma
“Gaspar somos todos”

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